LECCIÓN 2-NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR

LECCIÓN 2-NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR

por | May 13, 2023 | FORMACIONES

SIN TU CONSENTIMIENTO

CÍRCULO DE ESTUDIO SOBRE ATEÍSMO – Año 2023

LECCIÓN 2

NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR

SIN TU CONSENTIMIENTO

(Eleanor Roosevelt)

… A NO SER QUE TE HAYAN LAVADO EL

CEREBRO

(CEDACAL)

QUÉ SIGNIFICA SER ATEO –

Somos pasajeros de un vehículo espacial que llamamos planeta Tierra.

Lo que hagamos en él determinará nuestra supervivencia o nuestra desaparición como especie animal. Al prescindir de toda protección imaginaria (creencias irracionales), los ateos estamos obligados a contribuir a hacer nuestra existencia lo más segura y satisfactoria posible. Si beneficiamos la violencia entre nosotros disminuiremos las posibilidades de seguridad y satisfacción; si extendemos esa violencia contra el propio vehículo (el planeta) la racionalidad y la reflexión resultarán superfluas y nos enfrentaremos a un suicidio colectivo.

O sea que, en realidad, al no haber dioses ni diosas nuestra vida depende, junto con las de los creyentes -pero ellos no se han dado cuenta-, de la capacidad de raciocinio.

MORAL ATEA –

La tolerancia del ateo es históricamente proverbial. Nunca encendió hogueras para quemar creyentes o libros de creyentes. Nunca organizó genocidios para impedir que las creencias religiosas se expandieran. Al no poder ser fanático, el ateo tiene que aceptar críticas y diferencias de opinión. Por otra parte, esto no es más que la consecuencia de partir de los principios del pensamiento científico que estructura las convicciones no creyentes.

Debemos desarrollar el nivel crítico para poder ser tolerantes pero no permisivos con la pseudotolerancia del dogmático. Solo alcanzaremos un nivel crítico lúcido apoyándonos en el conocimiento y fortaleciendo el desarrollo de la inteligencia.

El racionalista -rasgo central del ateo- lo cuestiona todo, aun aquello aceptado por millones de personas y creído durante miles de años. La fe ciega en algo y la incapacidad para explicar algo que enarbolan como justificación los que creen, no son argumentos aceptables: la fe ciega produce errores graves y lo no explicable no vale como hecho legítimo, así que, simplemente, va a engordar la lista de temas a investigar. Igualmente son inaceptables las contradicciones (“creo aunque sea absurdo”; si todo se originó en un big-bang (1), ¿cómo se originó el big-bang?), las nociones vagas (el alma inmortal, la otra vida, los universos paralelos) y las ambigüedades (malo-bueno, divino perfecto-humano imperfecto).

Ahora bien, el ateo no desprecia la incoherencia del creyente, sino que se ocupa de impulsar al que desee pensar lógicamente.

El mejor camino que pareciera conocer el ateo para poder lidiar con sentimientos como la egolatría, la insensibilidad, el odio, la envidia, la violencia, es intentar comprender su origen, estudiarlos y redirigir la energía vital malgastada en ellos hacia fines positivos: solidarios, humanitarios, terapéuticos.

Todo esto, que resulta obvio, tiene un punto de partida muy claro en la diferencia entre la forma de pensar del creyente y del ateo. Porque si hay un punto en el que la Moral Atea y la Creyente son opuestas es en la compulsiva necesidad que tiene el que cree de separar y señalar tajantemente lo bueno y lo malo y la consecuencia inmediata de tal actitud mental: la obligación de castigo-venganza y el halago-soborno de la recompensa.

Humanamente, esto es, haciendo uso de la capacidad de raciocinio y basándonos en la observación de la realidad, nada es bueno ni malo considerado “en abstracto” . A lo sumo, circunstancialmente, estaremos frente a algo correcto o incorrecto para favorecer una vida satisfactoria tanto para los individuos como para la sociedad entera. El destruir una vida, el provocar un sufrimiento injusto, por ejemplo, atenta en principio contra la supervivencia natural y la mejor condición de vida. Pero si la destrucción de una vida responde, en casos extremos, al legítimo ejercicio del derecho de eutanasia, o si el provocar un sufrimiento persigue extraer quirúrgicamente un tumor de un cuerpo sano, el oscuro aspecto “maligno” del acto se esfuma.

“Malo”y “bueno”, como presupuesto y correlato de castigo y recompensa, no son conceptos que forman parte de la Moral Atea.

Toda ética levantada sobre los cimientos del temor al castigo y el deseo de recompensa retrotrae al más primitivo y amoral estadio de la mente humana.

SOCIEDAD ATEA –

La no creencia en abstractos seres superiores implica la no aceptación de concretos grupos de personas superiores, ya que la existencia en la realidad de esta clase de personas privilegiadas es el reflejo de aquella creencia.

El ateo parte de la necesidad del esfuerzo personal para obtener conocimientos con el fin de mejorar las condiciones de vida en la sociedad. El respeto del individuo por lo social es el corolario lógico del respeto con que, a su vez, sea tratado por su congéneres.

Para el punto de vista ateo, el progreso es el resultado de la paciente y continua búsqueda que realiza el ser humano de los medios para consolidar una forma de vida mejor, esto es, una forma más racional, con menos dolor y más alegría.

Lo contrario, como lo demuestra la historia, no es más que una torpe búsqueda de satisfacciones limitadas y esporádicas logradas por casualidad y al precio de ser sometido un grupo al dominio de otro.

El destino del ser humano está en sus propias manos. El esfuerzo común y la solidaridad son sus herramientas junto con la tolerancia, la racionalidad, el pensamiento crítico, el amor al conocimiento, el interés por solucionar los problemas humanos a través de una acción sustentada en el estudio y la reflexión, el apoyo incondicional al desarrollo de la inteligencia y al respeto mutuo entre individuo y sociedad, el rechazo de lo dogmático y de la violencia como medio de solucionar conflictos.

La Ciencia es la fuerza pionera para el desarrollo social y la armonía.

El racismo, la religiosidad, las divisiones sociales separan y enfrentan a la humanidad aglutinándola en grupos aislados en constante conflicto. El ateo debe trabajar para terminar con la existencia y la influencia de tales grupos en cuestiones sociales y políticas.

La preocupación por su vida diaria y la de las futuras generaciones caracteriza al no creyente. Los problemas deben solucionarse ahora, accionando en forma concreta. Es preocupación del ateo la incidencia del sufrimiento en todas las personas, no solamente en las no creyentes, y la búsqueda de mejores condiciones de vida para todas las personas, no solamente para las no creyentes.

Es inaceptable todo intento de expresión autoritaria en materia de Educación, de Política, de Economía por parte de creyentes uniformados (iglesias, sectas) o no (partidos políticos).

La Sociedad Atea debe basarse en una tolerancia capaz de contener los anticuerpos necesarios para neutralizar la intolerancia sin reprimirla. Se trata de estar alerta para detectar la agresión disimulada y actuar constructivamente en su denuncia, análisis y disuasión. Herramientas idóneas para ello serán:

        –    la persuasión racional en vez de la persecución indiscriminada

        –    la convicción de que solo por el conocimiento racional, la reflexión

             y la solidaridad podrán superarse los desafíos que debe enfrentar

             la humanidad naturalmente (desastre ambiental, enfermedad) y

             culturalmente (cuestiones económicas, políticas)

Toda reforma social, todo progreso social se subsume en la eliminación de la miseria y el sufrimiento y toda la cohorte de ignorancia, superstición, irracionalidad, crueldad, que les acompañan. Ese es el verdadero horizonte hacia el que se dirige el pensamiento racional ateo.

CULTURA ATEA –

Al crecer la Ciencia se empequeñeció la Creencia, pero esta no se ha dado por vencida.

De personaje concreto que premiaba, castigaba, colaboraba o se oponía, a ente abstracto con características indescriptibles, metamorfoseándose luego en “esencia”, “motor fundamental”, “excelso ingeniero del cosmos”, la figura de un Creador Omnipresente, Omnisciente, Omnipotetente, Benevolente ha sido mantenida viva en el reino febril de la irracionalidad humana.

A pesar de tanto malabarismo ficcional, la creencia, decepcionada por el desgaste de una imagen protohumana (o al menos con particularidades parecidas a las humanas) del Creador Sobrenatural, vuelve hoy al ataque renovada y aparentemente reforzada con todo el batiburrillo tecnológico y su nueva conceptuación de lo científico.

Parece que ahora los milagros pasan a ser símiles a lo cuántico; la escatología (2) se transforma en lo virtual; limbos, cielos, paraísos e infiernos en partes de los multiversos, etc., etc.,… aunque también podría ser al contrario, en virtud de la incertidumbre que rodea al pensamiento “científico” actual.

El obscurantismo se disfraza hoy de “neociencia”, pero su raíz irracional sigue incólume.

El ateo no da nombre a lo desconocido valiéndose de conceptos irracionales, sino que afirma la necesidad de estudiar, investigar y analizar todas las hipótesis científicas en aquel orden de prioridades que le permita a la humanidad salir de la oscuridad sin ser encandilada por la luz. De ahí que quedan fuera de lugar en su mente el negar conocimientos adquiridos sin probar previamente su error, o aceptar indicios como plenos conocimientos cuando aun no se ha comprobado acertivamente su valor para, entre otras finalidades, contribuir a una vida mejor.

La creencia en multiversos, por ejemplo, sin contar con pruebas científicas (3) ni comprobaciones racionales (4) es imposible para el ateo ya que exige contestar asimismo sobre el antes del universo, su cómo, su por qué, su cuándo, etc. El desborde ficcional impuesto por el monstruoso desarrollo de una tecnología que muy pocos manejan y entienden, vuelve, como en el caso de la vieja creencia, a dejar de lado la investigación e imponer la especulación.

La Cultura Atea exige encarar responsable y científicamente tanto las cuestiones actuales cuanto las clásicas (iluminación, revelación, sagradas escrituras, valores intangibles, utilidad del rezo, la premonición, la intuición). 

La Cultura Atea rechaza concepciones intelectuales que inclinan las convicciones científicas hacia una zona de incertidumbre y desconfianza con respecto a la realidad (“lo material”), tal como lo señalara Einstein en una carta dirigida a Max Born: “Tú crees en un Dios que juega con dados; en cuanto a mí, yo creo en el imperio perfecto de la ley en un mundo donde algo existe objetivamente” (5).

Lo hasta aquí desarrollado muestra la imperiosa necesidad de que el ateo enfoque el objeto de conocimiento llamado religión considerándolo abarcativo de cualquier concepción irracional-dogmática, inclusive aquella que no tenga que ver con la fe en un dios: reencarnación, renacimiento, mitos, supercherías, sistemas de organización con base emotivo-irreflexiva, predestinación, alma-espíritu, maldiciones, bendiciones.

En cuanto al campo religioso propiamente dicho -sus bases litúrgicas, su cosmogonía maniático-obsesiva, su voluntad de imposición totalitaria-, el ateo no puede enfocarlo más que como un riesgo para la salud mental o el  resultado de una afección mental.

CONCLUSIONES –

Fue durante el tiempo del dominio de la fe sobre cualquier aspecto que intentará cubrir el ateísmo, es decir, al menos en el período conocido como Edad Media cristiana, cuando los creyentes, respaldando a su Iglesia, impidieron que el conocimiento escapara de los monasterios donde había sido encerrado. Fue “el período más deplorable en la historia de la mente humana” (6), inquirir era pecar, dudar era sentenciarse. “Hasta que la Educación en Europa pasó de los monasterios a las universidades (…), y el librepensamiento clásico (…) quebraron la poderosa autoridad de la Iglesia, no comenzó el renacimiento intelectual de Europa (6). De todas maneras, aun hasta los comienzos del siglo diecinueve, el noventa por ciento de la Europa Cristiana fue iliterata” (7).

Tal la lucha del ateísmo que aun no ha terminado.

De ahí que el ateo, sin fanatismos pero con firmeza, tiene que mantener en alto los ideales humanos. Es su derecho de conciencia, su obligación moral, su responsabilidad ante la historia.

De ahí que la muerte individual no es motivo para que el ateo deje de luchar por la supervivencia de aquellas ideas que permitan gozar una vida mejor a las futuras generaciones. “El día del triunfo de la Revolución quienes luchamos para que ella fuera realidad, estaremos vivos” (Diderot).

Siendo la religión el resultado de una anomalía intelectualmente expresada, el ateo se opone al progreso de tal anomalía y considera al creyente una víctima con derecho a ser comprendido y ayudado a superarla. He ahí un trabajo concreto del ateo.

La Moral Atea se apoya en decisiones humanas y está constituida por reglas flexibles, racionales y tolerantes que no demandan cumplimiento ciego bajo pena de castigo, sino convicción racional de su utilidad para la cohesión, la paz y la armonía social.

Mientras la fe del creyente se apoya en dogmas (enunciados considerados verdaderos sin discusión alguna, absolutos, “innegociables”), dogmas que originan un cosmos maniqueísta (fiel-infiel, malo-bueno, perdición-salvación) o que, en el mejor de los casos, envuelven el accionar del creyente en una doble moral hipócrita donde desobedece pero sin querer sacudirse las cadenas, el conocimiento racional y científico que intenta alcanzar el ateo no equivale a convicciones indiscutibles ni absolutas. En este marco se inscribe la Moral Atea.

Estaríamos fuera de la realidad si no dedicáramos mucha atención al problema que la irracionalidad (la creencia, la fe) ha provocado en esta nave espacial que constituye el planeta Tierra, nuestro hogar.

El daño ecológico ha alcanzado un punto de difícil retorno, a no ser que la razón se imponga sobre la serie de creencias irracionales que el sistema socioeconómico imperante ha heredado, principalmente, de la cosmovisión judeocristianomusulmana.

La experiencia y el raciocinio llevan al ser humano a conservar y reciclar en su interacción con la Naturaleza, pero la religión, inspiradora del sistema socioeconómico actual, ha impuesto la explotación de la Naturaleza con total indiferencia ya que considera

                               1) que el ser humano ha sido creado para servirse de ella

                               2) que la vida en la Tierra es solo una preparación para la

                                   otra, “más importante”…

Si sufrimos en esta vida y aquí, no tiene importancia, ya que “en el más allá” seremos eternamente felices. La falta de respeto al medioambiente resulta el trágico eco de una creencia irracional.

Ahora bien, si los seres humanos vamos a sobrevivir, se impone la Moral Atea, que nos concibe como parte de la Naturaleza y no por encima de ella.

La lógica consecuencia de los principios ateos de respeto y solidaridad entre los seres humanos es el respeto a la Naturaleza.

Se trata de adoptar una Moral de Vida antes que una Moral de Muerte.

NOTAS

(1) Teoría cuasi-creacionista del origen del cosmos que pretende basarse en las ideas de Einstein, cuando en realidad deriva de una teoría del cura Lemaitre, la cual fue rechazada por Einstein.

(2) Rama de la teología que trata sobre la muerte, el juicio final, el cielo y el infierno.

(3) Obtenibles empíricamente y extrayendo inductivamente las conclusiones.

(4) Que pueden lograrse por deducción (inferencia de datos conocidos y probados) y por inducción (utilización de métodos estadísticos de investigación)

(5) Este texto ha sido tergiversado para intentar probar la creencia de  Einstein en un “ser superior”. En realidad, no fue más que una reacción sincera contra el camino místico abierto por la Teoría Cuántica de Planck, cuya forzada vecindad con el metafisiqueo rechazaba Einstein.

(6) W. H. Lecky, “Historia de la Moral en Europa”, Cap. 4, citado por Margaret Knight –ver Bibliografía.

(7) Margaret Knight.

BIBLIOGRAFÍA

Quien desee profundizar los temas de la Lección 2 puede consultar el siguiente material

  • POR QUÉ NO SOY CRISTIANO – LA EDUCACIÓN Y EL MUNDO MODERNO_Bertrand Russell.
  • EL PORVENIR DE LAS RELIGIONES_ Sigmund Freud.
  • EL CAPITAL_ Carlos Marx.
  • LA MORAL DE LA CIENCIA_ Albert Bayet.
  • ACTIVIDAD RELIGIOSA Y SALUD MENTAL (Resumen de la investigación llevada a cabo por Amy D. Owen y otros profesores de la Universidad Duke de EEUU –Versión española de JMFS)_
  • MEDIOAMBIENTE Y CRISTIANISMO_ Madalyn Murray O´Hair, E. L. Wheelwright, The American Atheist, Septiembre de 1983. Parcialmente traducido por JMFS.
  • UNA INTRODUCCIÓN AL ATEÍSMO_ mathew@mantis.co.uk, Michael Wang, 1994. Parcialmente traducido por JMFS.
  • ¿QUÉ ES EN REALIDAD UN ATEO?_ Sociedad Atea de la India Parcialmente traducido por JMFS.
  • CRISTIANISMO: LA DEUDA PENDIENTE_ Margaret Knight, Sociedad Nacional y Secular de Gran Bretaña, 1975. Parcialmente traducido por JMFS.
  • JAQUE MATE A DIOS_ A. Harnath, A. Suryanarayana, Asociación Racionalista de la India, 1978. Parcialmente traducido por JMFS.
  • EL MITO FUNDACIONAL DE LA FÍSICA CUÁNTICA_ R. O. Barrachina, Instituto Balseiro, Centro Atómico Bariloche, década de 1980.
  • APROXIMACIÓN A UNA TEORÍA GENERAL DEL ATEÍSMO (Inédito) – ELOGIO DEL PSICOANÁLISIS – LAS NORMAS MORALES – UN ESBOZO DE PENSAMIENTO CIENTÍFICO Y DE PENSAMIENTO RELIGIOSO_ RESPUESTA A DI MARCO_ J. M. Fernández Santana.